Jack-London

Jack London: un yanqui en la Revolución Mexicana.

En 1914, muchas cosas pasan en México. La coalición de fuerzas que se alzaron contra Victoriano Huerta, victimario de Francisco I. Madero, están cerca del triunfo, y las tropas norteamericanas está aposentadas en Veracruz. El país arde. Y ocurre algo más: llega a estas tierras uno de los grandes narradores norteamericanos del momento, el exitosísimo Jack London (La llamada de la selva, Colmillo Blanco), que se dispone a cumplir con su otra vocación, la de reportero.

Su vida estuvo marcada por la aventura y la improvisación; había sido vagabundo, no pocas veces pisó la cárcel, se entusiasmó con la fiebre del oro de finales del siglo XIX, en Klondike, en el Yukón, Canadá, de donde contrajo escorbuto, pero en donde encontró el ambiente propicio para inspirar su obra.

Contradictorio y apasionado en sus filias y sus fobias, London era un socialista convencido que no tardó en sentir el magnetismo de la Revolución Mexicana, a la que dedicó, entre otros textos, uno de sus cuentos más famosos: “El mexicano”, la historia de un boxeador que financia el movimiento revolucionario con los puños.

Por eso, plausiblemente, fue que aceptó al encomienda de trasladarse a Veracruz y Tampico para fungir como corresponsal de guerra a cambio de un buen salario semanal provisto por el grupo mediático de William Randolph Hearst, dueño de la revista Collier’s para la que se pondrá a escribir, no sin amargura, el californiano.

La experiencia resulta frustrante. Fiel a una tradición muy norteamericana de escritores-aventureros, la que incluye por ejemplo a Ernest Hemingway y John Reed, otro visitante al México revolucionario, London pensaba que le tocaría cubrir el teatro bélico, es decir, darse un baño de adrenalina y ofrecer crónicas vertiginosas y emocionantes de la barbarie a sus compatriotas. Pero le tocó vivir en Veracruz, cuando la notable ciudad porteña estaba ocupada por los marines norteamericanos y quizás no había sitio más seguro y tranquilo en el país.

Sin batallas que cubrir, no experimentó experiencias más fuertes que la disentería. Con todo, dejó unas cuantas crónicas de notable valor testimonial, gracias sobre todo a un ojo para los hechos y una vividez en el retrato que no lo abandonaron jamás. El lector con suerte podrá dar con ellas en un volumen de esos que se encuentran de pronto en las mesas de saldos: México intervenido. Reportajes desde Tampico y Veracruz, 1914.

– Extraído de http://www.wikimexico.com/wps/portal/wm/wikimexico/artes/literatura/jack-london-un-yanqui-en-la-revolucion-mexicana