Ahora que se habla tanto del papel de las sectas de extrema-derecha en Estados Unidos, recordamos el papel que jugaron los grupos de presión evangélicos en la criminalización de la pobreza a través de la criminalización del alcoholismo y la persecución de los beodos pobres. Lo cuenta Lysander Spooner en Los vicios no son crímenes.
Los movimientos por la templanza, infectados del discurso redentorista de las sectas cristianas, en ningún momento tuvieron en cuenta las problemáticas sociales vinculadas al alcoholismo. Muy al contrario, reducían el tema a una cuestión de voluntad individual de enmienda.
Por el contrario, en su pequeño ensayo Lysander Spooner pone encima de la mesa la cuestión de las consecuencias del régimen de explotación y desigualdad en el capitalismo contemporáneo, contextualizando los problemas de ebriedad y señalando las contradicciones de los acusadores.
En buena medida, la campaña antialcoholismo no dejaba de ser otra forma más, sin duda recurrente, de la guerra contra los pobres en los albores del capitalismo industrial de los EE.UU. Hoy como ayer, revestidas de redentorismo, las sectas cristianas se pusieron del lado del poder.
Por último, si queréis conocer un poquito más del libro, os dejamos por aquí el enlace a la magnífica reseña que sobre Los vicios no son crímenes publicó Ignacio G. Barbero en la revista Culturamas: